El Festival Internacional Cervantino dio inicio en su edición número 50 con un memorable concierto ocurrido en la Alhóndiga de Granaditas, con las interpretaciones de Hera Hyesang Park (Corea) y María Katzarava (México), acompañadas de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, bajo la batuta del maestro Scott Yoo.
las artistas sedujeron con su canto a las 6500 personas que se reunieron al interior y exterior de la Alhóndiga, en una gala que dio el banderazo a 19 días de fiesta Cervantina.
Esta icónica edición, que tiene como país invitado a Corea y, como estado invitado a la Ciudad de México, es la primera completamente presencial después de la suspensión de actividades por la COVID-19.
Tras dos ediciones sui géneris, la algarabía del público por presenciar este evento que tradicionalmente marca el inicio de la fiesta cultural se pudo apreciar en las filas que se hicieron horas antes de la cita, en la gente que presenció el concierto desde las calles aledañas y en los aplausos y gritos que las sopranos provocaron hacia el final del evento con sus envolventes actuaciones.
El concierto, una apuesta por crear un puente entre distintas culturas, en este caso la coreana y la mexicana, incluyó un repertorio mozartiano, pero también obras del verismo o realismo italiano, así como zarzuela y un popurrí con clásicos de la cultura coreana e hispana, entre los que destacaron Júrame, de María Greever, y Caminos de Guanajuato, de José Alfredo Jiménez.
La velada comenzó con la obertura de la ópera El rapto del serrallo, de Wolfgang A. Mozart (1756 – 1791), a cargo de la orquesta fundada en 1978 y considerada una de las agrupaciones más importantes de México y de América Latina.
En seguida, se escuchó un aria de la soprano coreana, Ave María, de Otello, de Giuseppe Verdi.
Con esta pieza, el público pudo apreciar la potente voz de esta joven estrella cuyo talento ha sido reconocido en una serie de actuaciones aclamadas por la crítica en todas partes, desde la Ópera Metropolitana hasta el emblemático Festival de Glyndebourne. Esta actuación dio paso a la voz de Katzarava con la interpretación de Pace, pace mio Dio, el aria del último acto de La forza del destino, del mismo compositor italiano.