En 1910, Porfirio Díaz inauguró el Manicomio General La Castañeda, el centro de salud mental más grande en México; sin embargo, su fama recayó en el trato inhumano y condiciones deplorables que brindaban a sus pacientes. La indignación llevó a los familiares a escalar su petición a los más altos niveles para demandar atención a sus urgentes necesidades.
En la Ciudad de México existieron dos hospitales dedicados al tratamiento de las enfermedades mentales antes de la construcción de La Castañeda. El primero fue el Hospital San Hipólito, conocido también como la “plaza de los locos”, construido a inicios del período colonial al centro de la ciudad en la plaza de San Fernando, el cual constituyó el primer hospital psiquiátrico de América . El segundo sanatorio, exclusivo para mujeres, tenía por nombre “el Divino Salvador” y fue conocido popularmente como “La Canoa”, por la calle donde se ubicó (calle Canoa, actualmente Donceles), muy cerca del Teatro de Iturbide.
Durante los conflictos político-sociales ocurridos en el siglo XIX, ambos inmuebles se utilizaron como cuarteles y hospitales militares. Por este motivo a los pacientes se les remitió a los presidios o simplemente se decidió dejarlos en la calle sin tratamiento alguno. Con el ascenso al poder del general Porfirio Díaz, las aspiraciones de modernidad se expresaron también en materia de salud. De tal manera, en 1878 se presentó el proyecto Manicomio General, aunque el inmueble fue inaugurado hasta 1910 por el mismo Díaz. A partir de entonces se convirtió en el hospital psiquiátrico más grande e importante de México hasta la segunda mitad del siglo XX. Fue construido en lo que antiguamente se conocía como el pueblo de Mixcoac en terrenos que pertenecían a una hacienda pulquera conocida, precisamente, como La Castañeda.
A esta institución, como sus antecesoras, se le dio el sobrenombre de “El palacio de la locura”. En ella se albergó a un gran número de pacientes con problemas psiquiátricos y personas agresivas sin distinción de sexo, edad, nacionalidad o religión. Se buscaba corregir cada uno de sus desórdenes para reinsertarlos posteriormente a la sociedad. Como objetivo secundario, proporcionó enseñanza médica mediante la participación de las clínicas psiquiátricas en sus pabellones y generó procesos internos de reflexión, sistematización y comunicación a través de diversos medios, entre ellos las publicaciones.
La fama de La Castañeda reside en las historias de maltrato e injusticia. Algunos de estos casos se pueden observar en los documentos enviados por particulares hacia la Secretaría de Salubridad y Asistencia o a la Secretaría de Gobernación por las malas prácticas, tratamientos dudosos y abusos hacia sus internos que el Archivo General de la Nación (AGN) resguarda en el fondo Archivos Presidenciales.