Ser empuntadora es una enseñanza que viene de abuelas, madres e hijas, tal es el caso de Anselma Alejandra Vázquez Salinas, artesana originaria de Zumpahuacán, Estado de México, quien inició con esta labor a la edad de siete años.
“Nosotras como empuntadoras le damos el último retoque al lienzo del rebozo a través de nudos. Es un trabajo artesanal muy importante, ya que un rebozo sin punta no vale”, destaca la artesana recientemente galardonada con el primer lugar en el Concurso Nacional de Textiles y Rebozos 2023, con un rebozo medio azteca, anudado a ocho hilos y dentro cuatro hilos con cordón partido.
Recuerda que inició en esta práctica a los siete años y, hasta ahora que tiene 53, jamás dejó el rebozo. Empezó por hacer diseños antiguos como estrellas, patos, grecas; luego, el rebozo combinado de dos colores y, más adelante, con cordón partido, que quiere decir que le ponen 8 hilos y la figura va de cuatro hilos, como el rebozo ganador.
“Ahora las puntas se hacen más delgadas, más finas y entre más delgadas mayor es su valor”, por ello resalta que este tipo de trabajo más fino lleva de tres a seis meses y son los rebozos que entran generalmente a concurso, ya que no es un trabajo que la gente compre “se les hace muy caro y siempre quieren regatear”, comenta la maestra artesana Anselma.
El proceso de empuntar comienza con la cuenta de seis u ocho hilos, los cuales anudan, ese es el primer nudo y se llama sembrada. De ahí en adelante van formando la o las figuras que pueden ser las tradicionales o aquellas que nacen de la imaginación.
“Siempre he buscado hacer innovación en los rebozos y un día me pregunté ‘porque si hay chaquira en los zapatos, en la ropa y pasadores ¿por qué no en un rebozo?’”.
Así fue como hace 19 años fue la primera en empuntar chaquira por chaquira en sus diseños: “Cuando empiezo un rebozo me pregunto ‘¿y ahora qué le voy a hacer? Bueno, voy a hacer unos moños o una greca’. Todo sale de la imaginación, nunca hago puntas repetidas, siempre son diferentes”.
Destaca que cuando comenzó a poner chaquira a las puntas le decían que este elemento no iba en un rebozo porque es china, pero ella no hizo caso. Se fue a vender sus piezas a Tenancingo, donde gustaron mucho, y de ahí muchos empezaron a hacer ese tipo de trabajo.
“Empecé con un solo cocolito que rellenaba con chaquira, posteriormente fui formando figuras y así comencé a formar mi propio estilo”, dice.
El trabajo para realizar las puntas de un rebozo es tardado y cansado y, al menos para Anselma, comienza desde las seis de la mañana, quien también cuida a su nieta, además de hacer sus quehaceres del hogar, por lo que solo en ratos se pone a empuntar, dedicando, en promedio, de cinco a seis horas a este trabajo.
Comenta que el tiempo para empuntar un rebozo varía porque depende de lo delgado que sea, le puede llevar desde 20 días, tres meses o hasta medio año. Aun así, dice, procuran no elevar demasiado los precios para tener ventas. “La verdad, valoramos nuestro trabajo, primero, nosotros compramos el rebozo y luego el tiempo que tardamos en hacerle la punta. Pero no se vale que les regalemos nuestro trabajo, por eso apoyo el ¡no al regateo!”.
Poseedora de 14 premios, la maestra Anselma ha enseñado a más personas, entre ellas su hija y sus dos nueras, quienes ya también son poseedoras de premios. “Me siento orgullosa de enseñar a más personas, no quiero que el conocimiento se quede nada más en una persona, yo me voy a morir y quiero que todo esto se siga haciendo”.
Ahora ha innovado una nueva manera de hacer otros artículos derivados del rebozo como quexquemetl, monederos, diademas, aretes, moños, carteras.
“Hoy la juventud ya no se quiere cobijar un rebozo, a lo mejor porque les da pena, pero la verdad una cartera, bolsita o joyería forrada de rebozo puede ser la opción, posiblemente sea más aceptado y así le damos más usos al rebozo, la idea es que esta prenda siga presente”.