En la película Escuela de Vagabundos (1952) el héroe es José Alberto Medina (Pedro Infante), un afamado, reconocido compositor, quien disfrazado de vagabundo llega a la mansión de los Valverde, una familia acomodada, en busca de un teléfono después de que su vehículo se desbarrancara.

La suerte, cambiaría al tocar el timbre de la casa para siempre. Emilia Valverde (Blanca de Castejón), la matrona de la familia, lo contrata como chofer después de superar la oposición de Audifaz (Eduardo Alcaraz) el mayordomo y de Susy (Miroslava), la hija mayor del matrimonio, ya que un tal Óscar, se había fugado robándose todo cuanto pudo, incluyendo los cubiertos de plata y los palos de golf de Miguel Valverde (Óscar Pulido), el jefe de familia a quien nadie respetaba ni hacía caso.

Siendo José Alberto Medina un tipo bien plantado, atractivo y de buena presencia, desde un primer momento captó la simpatía de Lala o Laura (Annabelle Gutiérrez), la hija menor de la familia, y de la servidumbre que conformaban Pancha (Dolores Camarillo) y Luisa (Ana María Villaseñor).

Los hechos, prácticamente, se desencadenan desde la primera noche en que José Alberto decide realizar guardia en la mansión y es testigo de la despedida de Susy y su pretendiente Mauricio Jiménez (Fernando Casanova). Esa misma noche, nacería el romance entre los personajes principales de la película, luego de una canción y de dos besos.

La cena que organiza don Miguel Valverde con invitados que pertenecen a la alta sociedad de la ciudad de México para hablar sobre negocios y entre ellos la emisión de bonos solicitada por Valverde, sería el desencadenante de la historia. Los celos de Susy se manifiestan cuando Patricia Vértiz (Liliana Durán), hija del Señor Vértiz (Óscar Ortiz de Pinedo) nuestra un exagerado interés por José Alberto Medina.

La presencia de José Alberto y Patricia en la piscina del Country Club acelerarían los hechos, ya que la serenata que le lleva el compositor a su damisela no encontraría eco a su requerimiento, porque esta no se asoma a la ventana, tal cuál era su deseo.

La ausencia de José Alberto en la recámara de huéspedes al día siguiente, más el título del diario, anuncian una tragedia que origina un pandemónium en la mansión.

Llantos, gritos, desmayos, vorágine, es todo lo que se presenta en un lapso demasiado corto. Todo termina cuando Medina se da cuenta que Susy estaba fingiendo estar desmayada, por lo que, la deja caer en la pequeña pileta de agua que se encontraba en el inmenso patio de la mansión.

El final nos muestra una jocosa escena en la que Audifaz se aleja de la mansión convertido en aprendiz de vagabundo, convencido por el éxito que habían logrado los mendigos que llegaron a la mansión de los Valverde en los últimos tiempos.

Dirección de Rogelio A. González 1954