En lo más alto de la montaña, donde los árboles susurraban con el viento y los zopilotes volaban al rededor, vivía una gran comunidad de animales: ardillas saltarinas, Tlacuaches juguetones, Mapaches curiosos y un pequeño colibrí llamado Tumi

Un día, un fuerte calor abrazó la montaña, y pronto el cielo se llenó de humo. ¡Un incendio había comenzado!Las llamas danzaban entre los árboles y los animales corrían asustados.

—¡El fuego se acerca! —gritó el conejo, saltando de un lado a otro.
—¡Las hojas están ardiendo! —lloró la mariposa, agitando sus alas con desesperación.

Pero Tumi, el pequeño colibrí, no se quedó paralizado. Con valentía, voló hasta dónde encontró agua y llenó su pico con una gotita de agua y la dejó caer sobre las llamas.

Los demás animales lo miraban sorprendidos.

—¿Cómo crees que apagarás el fuego con una gota de agua? —le preguntó la serpiente.

Tumi sacudió sus brillantes alas y respondió con determinación:
Estoy haciendo mi parte.

Inspirados por su valentía, los demás animales comenzaron a actuar. Las ardillas removieron las hojas secas para evitar que el fuego avanzara, los mapaches corrieron a avisar a los brigadistas y las aves sobrevolaron la montaña para guiar los helicópteros que traían agua .

Pronto, llego todo el apoyo los valientes brigadistas combatían el fuego y los helicópteros dejaron caer enormes chorros de agua sobre las llamas. La comunidad entera trabajó unida: cada animal, y cada humano, cada pequeña ayuda contaba.

Después de un gran esfuerzo, el fuego comenzó a apagarse. Las últimas llamas chisporrotearon y el humo se disipó. La montaña estaba a salvo.

Los animales se reunieron alrededor de Tumi y lo miraron con admiración.

—¡Tu gota de agua nos inspiró a todos! —dijo el tlacuache .
—¡Gracias por recordarnos que cada esfuerzo, por pequeño que parezca, es importante! —dijo una pequeña hormiga.

Esa noche, mientras la luna iluminaba el pueblo, todos aprendieron algo muy valioso : cuando trabajamos juntos y cada uno aporta lo que puede, podemos superar cualquier desafío.

Y desde entonces, en la montaña, cada vez que alguien dudaba de su fuerza, recordaban al pequeño colibrí que con una simple gota de agua ayudó a salvar su hogar.

Mtra. Dulce Sánchez